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ÉPOCA COLONIAL
PALACIO ARZOBISPAL
ANALIZADO POR: MARCELA AGUINDA,BRYAN CARRILLO,VINICIO DÁVALOS,JENNY SANDOVAL
                

ANÁLISIS GRÁFICO

El Palacio Arzobispal, un soporte de conversión entre el comercio formal e informal de Quito  
Por Vinicio Dávalos  

El Palacio Arzobispal, compuesto de manera general en una simple planta de tipología rectangular, vincula junto a su entorno inmediato (espacio público), gran desarrollo comercial por parte de las personas que circulan el centro histórico de Quito, y más específicamente, por la plaza de la Independencia. Este vínculo, el cual posiblemente se generó durante un desarrollo consiente del programa arquitectónico en su inicio, ha extendido la relación de actividad comercial propuesta para sus locales comerciales, hasta los limites externos, que constituyen al palacio. 

Las operaciones formales de diseño que componen la edificación, no develan rasgos distintivos, en base al programa, que logren catalogar atípicamente la tipología instaurada en la época del siglo XVI. Al contrario, factores socioculturales, instituidos desde los primeros españoles, quienes, construyeron edificios para el inicio de Quito, han ido moldeando la forma de ocupación y apropiación, que un elemento arquitectónico construido, puede ofrecer. 

Así, Evelyn Jácome (2020), en su artículo titulado: “Cómo se vivía en el Quito del siglo XVI”, para diario El Comercio, nos relata en uno de sus párrafos que, “Quito era una villa donde los animales vivían dentro de las casas y las personas se alimentaban de lo que daba la tierra: cebada, maíz, vegetales” …” Sin centros comerciales, sin parques y sin Internet, el sitio de encuentro era la plaza. Algunos hombres socializaban afuera de las iglesias, siempre de etiqueta.” (Jácome 2020) Posteriormente, gracias al aparecimiento de actividades lúdicas de la época o, a las procesiones religiosas que llevaban a cabo los pobladores, surgió el comercio informal en las plazas, junto a tiendas y cantinas aledañas. 

Una vez entendido el origen idiosincrático, que las actividades y los usos en el espacio, fueron moldeando al quiteño, la composición formal del Palacio Arzobispal se concatena, conformando en primer lugar, el rectángulo delimitador de la planta arquitectónica, el cual se emplaza en una de las manzanas, tipo damero, distintiva de los españoles colonizadores en la edificación de nuevas ciudades. Seguidamente, en base al volumen de prisma rectangular, se excava dos veces, para la creación de patios públicos. Por último, de la cara lateral del cuerpo con vista a la plaza de la Independencia, se sustrae medio volumen inferior, creando un pasaje de uso público, y principal soporte arquitectónico, del comercio formal e informal de la zona. 

Este espacio, creado por el pasaje, representa con mayor honestidad, el nexo de continuidad entre el Palacio Arzobispal y la plaza, en donde el diario vivir se desenvolvería con frecuencia, tomando mayor protagonismo esta última. De este modo, acarreando la visión europea al erigirse la ciudad de Quito y sus edificaciones coloniales, se tuvo como premisa que, “La plaza es un elemento de suma importancia en la ciudad española ya que es el primer elemento que se implanta en la nueva morfología urbana que se impone. Pero a su vez, al ubicarse el tiánguez en la plaza, se le otorga a esta actividad una relevancia en la ciudad española, a pesar de tratarse de una actividad indígena que ya existía antes de la conquista. Es decir que, la plaza, a la vez que era el espacio de mayor relevancia para los españoles, también se presentó como el espacio del que los sectores populares se apropiaron.” (Vizcaino 2010) 

Es decir, toda la implantación del Palacio Arzobispal se conjuga simbólica y utilitariamente con la Plaza de la Independencia, unificándose en una sola cuadra, con la ayuda de elementos como el portal y sus columnatas neoclásicas. A su vez, es posible decretar desde un inicio, su relación relativa con el comercio de cualquier índole que este sea, consecuencia del pasado histórico cultural, ya mencionado. Pasando así, por el negocio formal de los arzobispos en sus locales; trueque y cambio de oro, plata, sal, y otras cosas propias de los antiguos pobladores en la plaza, hasta, la actual incorporación de negocios de alto nivel, como restaurantes de lujo, y el desarrollo de venta informal variada, que atraviesa el pasaje y la plaza indiscriminadamente, mezclándose a momentos, con los pocos comerciantes autónomos, que poseen permiso. 

En conclusión, la composición formal del Palacio Arzobispal, como característica relevante en el desarrollo del comercio de Quito, se diluye ante la construcción cultural histórica, que la plaza y sus distintas actividades, han instaurado en la ciudad. Resultando de especial notoriedad, como idea primigenia, la proyección del pasaje público, y posteriormente, ya en la década de 1970, la intervención de una antigua edificación colindante, para prolongar el palacio, creando específicamente, el centro comercial arzobispal, en donde los ciudadanos, pudiesen realizar sus actividades cotidianas, o comerciales. 

Así, el pasaje público del palacio trae como efecto articulador, la conexión entre la plaza y el edificio, creando un solo elemento de soporte continuo, el cual albergara en la actualidad, dos premisas de comercio del centro histórico, el formal, implícito en los locales del palacio, y el informal, comprendido a todas las personas sin permiso municipal, quienes se apoderan de áreas no designadas para tal labor. Finalizando, en el inevitable vinculo de actividades, que acompañaran la edificación y caracterizaran el entorno inmediato a esta. 

Bibliografía

​Jácome, Evelyn. «Cómo se vivía en el Quito del siglo XVI.» EL COMERCIO, 05 de Diciembre de 2020. 

Vizcaino, Angeles Granja. ANALISIS DE LA SITUACION DE LOS COMERCIANTES INFORMALES DEL CENTRO HISTORICO DE QUITO. 2010. 

Peralta, Evelia. Guía arquitectónica de Quito. Quito: TRAMA. 2007. 

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